Acabo de leer "1984" de George Orwell. La novela publicada por primera vez en junio de 1949 relata la historia de Winston Smith, un funcionario público que trabaja en el Departamento de Registro perteneciente a uno de los cuatro Ministerios del Partido Interior. A la cabeza del Partido se encuentra la figura del "Gran Hermano" que todo lo ve y todo lo sabe.
Smith vive en un mundo en el que no hay espacio para la reflexión, el amor y la verdad. El pasado, el presente y el futuro son controlados por el Partido Interior. Sólo existe lo que el Partido dice que existe. Todo aquel que contradice las consignas del "Gran Hermano" es perseguido por la Policía del Pensamiento y puesto a disposición del Ministerio del Amor, aparato público que irónicamente está encargado de la tortura, las confesiones forzadas y las ejecuciones.
Desde que termine la lectura de este libro, no he dejado de pensar en Corea del Norte. Son abundantes las semejanzas entre la distopía presentada en el brillante libro de Orwell y la realidad de la dictadura de Pyongyang cuyo máximo líder Kim Jong II acaba de fallecer. A continuación las comparare:
En primer lugar, en el libro identificamos la figura del “Gran Hermano”. Los ciudadanos deben amarlo, obedecerlo y glorificarlo. En Corea del Norte, su recién fallecido líder se autoproclamaba “Querido Líder”, “Gran Dirigente” o “Líder Supremo”. El pueblo norcoreano estaba obligado a amarlo y a adorarlo como si fuese un Dios. Aún más, creían que Kim Jong II había inventado las hamburguesas y que podía controlar el clima (si no me cree lo puede verificar en Google o en El Mercurio).
En segundo lugar, en “1984” -probablemente la distopía más famosa del siglo pasado- nos encontramos con una situación permanente de guerra. El enemigo puede cambiar según lo disponga el Partido Interior pero siempre existe una lucha contra algún agente externo. A grandes rasgos, este enemigo siempre es representado por un supuesto “traidor” del Partido llamado Emmanuel Goldstein (quizá fue una referencia de Orwell a León Trotsky) y que las personas deben odiar y repudiar públicamente. La guerra es una forma de lograr adherencia al “Gran Hermano” por parte de la sociedad.
Algo parecido sucede en la Corea de los Kim. A través de una fuerte campaña propagandística –al más puro estilo de Joseph Stalin- los ciudadanos aprenden desde niños a odiar a los norteamericanos y a formar creencias erradas acerca de los Estados Unidos. Los norcoreanos tienen la convicción de que los norteamericanos planean invadirlos y que sólo su “Eterno Líder” es capaz de defenderlos.
En tercer lugar, en la novela de Orwell las personas son controladas día y noche. Una de las consignas del Partido Interior es <<La libertad es la esclavitud>>. Las personas no son libres y se reprime cualquier acto de libertad que no haya sido permitido. El Partido Interior miente a descaro y dichas mentiras deben ser tenidas por verdades. Los alimentos escasean y quien se queja de la falta de comida o de las precarias condiciones de vida “desaparece” al poco tiempo. No existen juicios imparciales y justos.
En Corea del Norte sucede casi lo mismo. La libertad es reprimida. La tortura es pan de cada día. Hay detenciones sin cargo, ejecuciones a presos políticos y trabajos forzados. Además, se sabe de la existencia de al menos seis campos de reclusión en los que diariamente se violan los derechos humanos (cosa que el Partido Comunista chileno parece olvidar).
Un ejemplo de lo anterior es el caso del chileno Eduardo Murillo: en 1967 fue arrestado y acusado de espionaje. Su único delito había sido quejarse del régimen y de sus mentiras. Pero allá no hay lugar para la libertad de expresión y de opinión. Posteriormente fue condenado a pena de muerte. ¡Y sin un juicio imparcial y justo! Algo muy parecido a la novela “El Proceso” de Franz Kafka.
Para concluir, me ha sido muy grato leer esta novela en un momento en el que todo el orbe ha centrado su atención en la dictadura norcoreana. Hay otras similitudes que por un tema de tiempo y espacio no transcribí al papel. Espero que al leer esta columna se animen a leer "1984" y a buscarlas ustedes mismos.
En primer lugar, en el libro identificamos la figura del “Gran Hermano”. Los ciudadanos deben amarlo, obedecerlo y glorificarlo. En Corea del Norte, su recién fallecido líder se autoproclamaba “Querido Líder”, “Gran Dirigente” o “Líder Supremo”. El pueblo norcoreano estaba obligado a amarlo y a adorarlo como si fuese un Dios. Aún más, creían que Kim Jong II había inventado las hamburguesas y que podía controlar el clima (si no me cree lo puede verificar en Google o en El Mercurio).
En segundo lugar, en “1984” -probablemente la distopía más famosa del siglo pasado- nos encontramos con una situación permanente de guerra. El enemigo puede cambiar según lo disponga el Partido Interior pero siempre existe una lucha contra algún agente externo. A grandes rasgos, este enemigo siempre es representado por un supuesto “traidor” del Partido llamado Emmanuel Goldstein (quizá fue una referencia de Orwell a León Trotsky) y que las personas deben odiar y repudiar públicamente. La guerra es una forma de lograr adherencia al “Gran Hermano” por parte de la sociedad.
Algo parecido sucede en la Corea de los Kim. A través de una fuerte campaña propagandística –al más puro estilo de Joseph Stalin- los ciudadanos aprenden desde niños a odiar a los norteamericanos y a formar creencias erradas acerca de los Estados Unidos. Los norcoreanos tienen la convicción de que los norteamericanos planean invadirlos y que sólo su “Eterno Líder” es capaz de defenderlos.
En tercer lugar, en la novela de Orwell las personas son controladas día y noche. Una de las consignas del Partido Interior es <<La libertad es la esclavitud>>. Las personas no son libres y se reprime cualquier acto de libertad que no haya sido permitido. El Partido Interior miente a descaro y dichas mentiras deben ser tenidas por verdades. Los alimentos escasean y quien se queja de la falta de comida o de las precarias condiciones de vida “desaparece” al poco tiempo. No existen juicios imparciales y justos.
En Corea del Norte sucede casi lo mismo. La libertad es reprimida. La tortura es pan de cada día. Hay detenciones sin cargo, ejecuciones a presos políticos y trabajos forzados. Además, se sabe de la existencia de al menos seis campos de reclusión en los que diariamente se violan los derechos humanos (cosa que el Partido Comunista chileno parece olvidar).
Para concluir, me ha sido muy grato leer esta novela en un momento en el que todo el orbe ha centrado su atención en la dictadura norcoreana. Hay otras similitudes que por un tema de tiempo y espacio no transcribí al papel. Espero que al leer esta columna se animen a leer "1984" y a buscarlas ustedes mismos.